Cuando conocí a Erika Paez por primera vez lo noté enseguida.
Había algo especial en ella. Algo que no sabía bien cómo definir… porque no sabía lo que era.
Hoy, 3 años después, sé poner nombre a esa sensación: «energía en paz».
Antes de seguir con el tema prometido, un pequeño inciso sobre ella:
Erika es un referente internacional en yoga somático, que se ha formado con gente muy high-yoga-level en EE.UU. Su historia es la viva metáfora del porqué nació el yoga somático y todas las aplicaciones que puede tener. (Al final te cuento un poco más de detalle).
Este artículo es el resultado de más de cuatro horas de conversación con Erika durante el mes que estuvo viviendo con nosotros en La Hoya de Gualy (horas que yo habría congelado en el tiempo si hubiera podido).
Pero te hablo de Erika no solo por su renombre, también porque ella fue una más. Una de tantos que, al llegar a niveles estratosféricamente altos, no tuvo más remedio que preguntarse:
¿Cómo puede ser que el yoga, que es pura consciencia del “Yo” a través de la respiración y el movimiento, provoque tantas lesiones?… ¡ni que fuera un deporte de competición!
¿En qué momento te lesionas si se supone que eres plenamente consciente de ti mismo, de lo que ocurre en ti? ¿Un error? ¿Un despiste?
Esto podría ser la respuesta en principiantes, pero no en un yogui formado.
Donna Farhi fue una de las yoguinis que dio respuesta a todo este problema siguiendo los pasos de uno de los primeros en acuñar el término “somático”: Thomas Hanna.
Se dieron cuenta de que al prestar tanta atención a la alineación del cuerpo, la perfección de las posturas y la respiración, te olvidabas de lo esencial: TÚ.
Y entonces, el día menos pensado, ¡zas! le exigías a tu cuerpo de más y entonces venía la rotura, o la “queja” de alguna parte de ti.
Nadie es dueño del Yoga Somático (ni del yoga en general). Y sus referentes se niegan a formar una escuela de algo que saben que no puede obedecer a normas:
Cada cuerpo es un universo, es imposible determinar qué está bien y qué está mal.
Solo tú puedes saber cuándo pides/fuerzas de más.
Suena casi absurdo pero la realidad es que solo tú puedes sentir lo que sientes.
Se podría decir que el yoga somático es la absoluta consciencia del movimiento en todo su esplendor (universo interno y externo).


Y, sin querer, con esta intro ya he contestado a la pregunta siguiente:
Qué es el yoga somático y en qué se diferencia de otros yogas
Imagínate ser capaz de darte cuenta de qué punto en concreto de tu columna vertebral es el que te está produciendo ese dolor en la cadera.
Imagina ser capaz de sentir que tus órganos sostienen tu movimiento al andar. Sí, es exactamente la sensación de flotar, casi de volar.
Pues como lo lees: Esto es capaz de hacer el yoga somático en meros principiantes.
El yoga somático es el híbrido perfecto entre educación somática* y yoga.
*La educación somática es un campo de estudio que se enfoca en el movimiento del cuerpo humano.
El yoga que aplica estos estudios —yoga somático— pretende lograr el conocimiento (primero) y la transformación (después) de uno mismo a través de prácticas de sensibilización respecto a tu propio movimiento. Por supuesto, en aras del bienestar físico y mental (psico-físico).


Por si no te ha quedado claro:
Te mueves en tus asanas a la vez que meditas sobre un punto en concreto interior o exterior de tu propio movimiento.
Puedes enfocarte tanto en un órgano en concreto como en un hueso, un músculo, articulación… pero también en una zona específica que, por otro lado, podrías ser tú mismo (toda la zona, digo).
Porque el yoga somático también trabaja el movimiento y tus sensaciones hacia afuera, contando con tu entorno, el aire, el espacio, la gravedad, etc.
Y cómo no: tus sensaciones hacia adentro.
Mucho más allá de huesos, nervios y tendones: el yoga somático es capaz de hacerte sentir el bazo. Por ejemplo.
El yoga es pura consciencia, que se consigue a base de mucho trabajo y esfuerzo en la concentración y en esa “perfección”. Un buen guía/ profe de yoga somático puede hacerte sentir cualquiera de estas sensaciones desde el primer día.
Ningún yoga (que yo conozca) es capaz de hacerte tomar una consciencia tan profunda de tu propio cuerpo. Es la forma de meditación con el cuerpo más profunda que he experimentado nunca.
La meditación forma parte de casi cualquier tipo de yoga. Se puede meditar sin hacer yoga, pero no se puede hacer yoga sin meditar.
La diferencia es el enfoque:
El yoga somático es una deconstrucción del yoga. Cada cuerpo crea su propio gesto y su propia forma.
Se trata de tener un patrón y transformar conscientemente lo que quieres cambiar.


¿Por qué el yoga somático pretende que cambies patrones tuyos?
Los patrones son como los hábitos: pocos son malos, simplemente son los que en algún momento necesitabas. El cambio debe venir cuando algo ya no te sirve, cuando deja de funcionarte. Ahí es donde debe entrar el cambio consciente.
Te pongo un ejemplo:
Cuando Claudia, una compañera, hacía la postura de La Montaña nunca conseguía estar completamente recta, su postura natural de La Montaña era como encogida, tímida, hacia adentro.
Ese también era su patrón en la vida, también andaba y se sentaba como encogida.
No es que fuera alguien que se avergonzara de sí misma, ni con baja autoestima, ni nada.
De hecho, al trato es súper agradable e inteligente. Pero es un “ratón de biblioteca” como dice ella. Y es tímida e introvertida y siempre siente la necesidad de camuflarse.
Hasta ahora le iba bien así. Conseguía exáctamente su propósito de pasar desapercibida, y todos contentos.
Pero hace algo más de un año, le dieron el proyecto de su vida y le pusieron un equipo. Uno no puede liderar un equipo si prefiere desaparecer. Su patrón dejó de servirle.
Es más, le estorbaba.
El yoga somático le ha permitido cambiar ese patrón de una manera súper consciente y voluntaria.
Cualquier yoga le hubiera obligado a poner la espalda recta y crecer como si un hilo le tirara de la cabeza hacia el cielo, el yoga somático no.
El yoga somático respeta a aquel que se sienta más cómodo encogido (siempre que eso no le cause dolor o malestar, insisto). Es un tema de tolerancia con uno mismo.
3 beneficios inmediatos del yoga somático:


1- Desarrolla la interocepción: habilidad de sentir lo que tu cuerpo te dice. ¿Sabes esto de “escucharte”? Pues en cualquier yoga puedes hacerlo, pero cuando lo haces a través del yoga somático es como si pusieran un micro a aquello que quieres escuchar. Se entiende todo mucho mejor que cuando te hablan en susurros.
2- Desarrolla la propiocepción más que cualquier otro yoga: Aprenderás a situarte en el espacio de una manera mucho más profunda de lo que hubieras podido imaginar que puede hacerse.
3- Da seguridad: Ya no es que sea casi imposible lesionarse, es que el dúo inseparable cuerpo-mente manda. Mandan tus sensaciones sobre tu cuerpo. Pocos yogas son capaces de conseguir tal conocimiento sobre uno mismo: tanto interior como exterior, como mentalmente.
El templo del yoga somático no es tu cuerpo, ni tu mente, ni tu respiración. Es literalmente cada molécula que te compone, y su relación con las demás interna y externamente.
No siempre es la mente la que te habla. A veces es el estómago quien te habla ante la toma de una decisión. Otras el corazón. O la garganta.
El bazo que yo sepa no, pero quién sabe. El yoga somático es mágico (metafóricamente hablando).
Lo que está claro es que practicando yoga somático, puedes estar seguro de que todo movimiento en ti será más inteligente.
Si practicas Ashtanga o Iyengar, 2 de los yogas más exigentes con tu cuerpo, el yoga somático es un must para evitar lesiones.
Y con esto, ¡oh, sorpresa!, queda patente que el yoga somático es un yoga que puede aplicarse a todos los yogas.
¿Qué significa en resumen lo de “somático”? ¿Tiene algún fundamento científico?


Pues mira, ¡sí, lo tiene!
Los compis de Thomas Hannah (el que puso nombre a “lo somático») abordaron sus investigaciones sobre el movimiento desde los campos neurocientífico y biomecánico.
Por supuesto, como en cualquier yoga, también hay mucha filosofía. Y corrientes —que no escuelas—.
«Lo somático» en yoga, por tanto es la plena consciencia de cada molécula de tu cuerpo en movimiento.
¿Cómo trabaja un profesor de yoga somático si no puede corregirte tus asanas porque quien las siente eres tú?
Erika, que durante años trabajó con Donna Fahri, es más bien una guía que una profesora que corrige posturas. Ella solo corrige lo que ve claramente que no sientes.
Te pongo un ejemplo:
Resulta que se dió cuenta de que al hacer el gato-vaca (después de años haciéndolo), yo no era capaz de sentir algunas vértebras de mi columna, digamos que “me las saltaba”. Había otro problema en mi maravilloso gato-vaca: sin darme cuenta forzaba el cuello. Ninguna profesora lo había visto antes.


En una clase de yoga somático te enseñan a sentir lo que no sabes sentir y luego trabajas desde esas sensaciones y no desde lo que tu anatomía permite, como en los demás yogas:
Un día puedes por ejemplo trabajar con la energía de la gravedad: ¿Cómo la sientes? ¿Te permite extenderte al máximo con o sin esfuerzo? ¿Y encogerte? ¿Dónde está ese esfuerzo? ¿Huesos?-¿en cuáles? ¿Músculos?-¿en cuáles? ¿Qué parte en concreto de esos músculos?
Otro día podrías trabajar desde el ombligo como piedra angular, donde todo comienza. Muchos estudios somáticos apuntan a la embriología: alineamiento prevertebral. Y desde esa práctica empiezan a trabajar qué patrones de movimiento no desarrollaste bien o en la dirección que necesitabas. (Por si te interesa, Bonnie Bainbridge es una de las investigadoras referentes, si no la más, en el movimiento más allá de la anatomía, y también trabajó con Erika).
Otra característica habitual en una clase de yoga somático es enfocarte más en la vibración que en la respiración.
Pero las clases que más llaman la atención son sin duda las de los órganos: Sistemas por sí solos que no dependen de músculos ni huesos, y que también originan movimiento y traen energía. Si consigues asistir a una buena clase de somático, saldrás pensando que eres una pluma.
Todo lo que acabas de leer podría hacerte pensar que es una disciplina que trata las partes del cuerpo de manera aislada, pero para nada, el objetivo es la integridad del todo, ya que es así como nuestro cerebro concibe nuestro cuerpo.
A quién le conviene el yoga somático por encima de un yoga más...básico, como el Hatha


Creo que también he contestado a esto sin querer, pero resumo:
1- Principiantes: porque empezar conociendo tus límites y aprendiendo a escucharte antes que nada te evitará muchas lesiones futuras.
2- Pros de yogas exigentes como Iyengar o Ashtanga: Por razones obvias.
3- Profesores/ maestros de yoga: es importante enseñar a los alumnos a escucharse y el yoga somático es el único que pone el foco principal en esto.
4- Bailarines: resulta que cientos de bailarines profesionales descubren y se agarran cada año al yoga somático como a un clavo ardiendo, porque saben que es la única salvación para evitar vivir de lesión en lesión.
Pero mejor que te lo confirme Donna Farhi, ``The Teacher of Teachers``
«No puedes ser maestra de yoga, no eres suficientemente flexible». Fue lo que le dijo uno de sus maestros durante sus años de formación.
A ella acuden todo tipo de profesionales en busca de las respuestas que muchas corrientes y «escuelas» de yoga no pueden dar.
Qué áreas trabaja el yoga somático:
- Anatomía vivencial: sentir tu anatomía y aprender de ella (a veces se palpa, otras se observa y visualiza la teoría…) Básicamente se refiere a visualizar, tocar, sentir.
- Desarrollo del movimiento: lo de antes.
- Observación: cómo tu cuerpo cede, empuja, se relaciona con la gravedad y con el espacio. Encontrar tu centro.
*Por si te recuerda a algún otro yoga sobre el cuál hayas leído, puede que te esté sonando un poco a yoga nidra.


Otras preguntas que podrían interesarte sobre el yoga somático (contestadas por Erika):
¿Hay algún representante o referente en España del Yoga Somático?
La corriente de representantes y grandes maestros de yoga somático tienden a evitar el término “gurú”.
Entienden que el concepto de “gurú” lleva demasiadas connotaciones implícitas que son completamente subjetivas y que, por cierto, ha llevado a tremendos errores por parte de algunos de ellos.
“Igual que nadie puede registrar el “yoga” como práctica, ni la meditación porque es de la humanidad, nadie puede ni debe decir qué está bien ni qué está mal en ningún caso”. Decía Erika.
Así que no. El yoga no puede regularse (aunque por supuesto hay yoguis que abogan por lo contrario).
¿También existe la meditación somática? ¿Qué es?


Por supuesto: es el mítico scan del cuerpo que se hace muchas veces al principio o al final de una clase, pero en mucho (muchísimo) más profundo. Se puede hacer en distintas posturas.
Además en una meditación somática el objetivo no es el control: es sentir y dejar ir. Nada te molesta, ni siquiera tienes que esforzarte por “aceptar”.
“El músico no controla el movimiento del instrumento, lo deja ir y fluir.”
¿Podría decirse que el somático es un yoga terapéutico? ¿En qué se diferencian?
Yoga terapéutico debería ser cualquiera. Así que, por supuesto que lo es.
Lo que hay que tener claro es que “yoga terapéutico” es un término que se usa por puro marketing y que cada uno lee a su manera, porque cada uno necesita algo distinto.
Todo sobre Erika Paez
Erika ha sido nuestro primer TODO.
La primera en organizar un retiro con nosotros.
La primera en confiarnos un grupo que venía de todas partes del mundo para asistir a un retiro suyo.
La primera en pedirnos un trocito de nuestra casa para hacer un “retiro” en pareja.
La primera en hablarme del yoga somático.
La primera en enseñarme yoga somático y en darme 2 correcciones que nunca olvidaré.
La primera profesora de mi hija, que aún no había cumplido los 3 añitos.
Lleva desde su adolescencia ocupándose de ayudar a gente: empezó con su colegio dando clases y ayudando en los barrios desfavorecidos de su ciudad, en Colombia.
Luego trabajó activamente durante años en una ONG en favor de los derechos humanos y más en concreto de las mujeres.
Es la segunda persona con la que establezco una relación cercana que tuvo que salir huyendo de su país por defender una causa justa. Acabó de refugiada en Londres, aunque gracias a sus contactos y renombre en la ONU, consiguió permiso de residencia en pocas semanas.
Desde allí ha seguido luchando incansable por ayudar a personas (sobre todo mujeres a sacar lo mejor de sí mismas).
Ya en Colombia tuvo formación de yoga y meditación para poder soportar sin afecciones psicológicas lo que supone trabajar en una ONG en un país cuyo gobierno persigue lo que ellos defendían.
Una vez establecida en Londres, empezó a profundizar hasta que encontró en el yoga somático la herramienta perfecta para trabajar y pulir su mejor versión.
Viajó a EE.UU. a completar su formación con varios gurús, entre los que destacan La Profesora de Profesores, Donna Farhi, y Bonnie Bainbridge.
Más adelante, en unas vacaciones con su pareja, descubrieron Valencia y decidieron dejar el eterno gris de Londres para establecerse en el eterno azul Valenciano.
Desde aquí Erika siguió con su proyecto de difusión del yoga somático, que ahora ha derivado en algo mucho más grande:
Un proyecto que pretende formar intensamente a mujeres que viven situaciones de alto estrés (por situación personal o por trabajo, como fue en su caso), para que consigan como consiguió ella, su mejor versión. Se trata de prepararlas física y psicológicamente a través del yoga somático para afrontar “la vida” en su peor versión, y que, a su vez, estas mujeres puedan formar a otras en la misma dirección.
Clase de yoga somático durante un retiro en La Hoya de Gualy- Con Erika Paez
Te dejo con uno de los vídeos del canal de Erika, que por cierto grabó durante su estancia en la Hoya el pasado verano.
Te garantizo una paz al terminar la clase que no recordarás.
*El paisaje de fondo es el pantano de Cortes (excursión impepinable en nuestros retiros de más de 2 días).