Cuando empecé esta suscripción empecé hablando de algo mucho más importante e inútil de lo que alcanzaba yo misma a comprender:

Los propósitos.

Tal como suelo hacer, envié 4 emails sobre el tema. (Al final te dejo un enlace para verlos, porque fueron mis primeros 4 emails y han sido fundamentales para llegar a mi conclusión actual.)

El tema es importante porque los propósitos dicen mucho de nosotros y suelen ir de la mano de los valores que mejor nos representan.

Sin embargo hoy sé que faltaba la información más importante:

Los propósitos solo se consiguen cumplir cuando algo relacionado duele demasiado. 

La fuerza de voluntad se acaba.
La motivación interna y la externa, incluso juntas, fallan.
Y el crearte una nueva identidad (y este es el nivel ultra-pro de los que logran sus objetivos) podría cansarte:

En todos los casos el servomecanismo podría ir en tu contra, y devolverte a la creencia de tu “verdadero yo”.

 

Así que, por un lado: Cada año me sorprendo de todo lo que he mejorado como persona respecto al año anterior.

O, formulado en negativo: Cada año me doy cuenta de lo ignorante que era 12 meses atrás.

Sin embargo, todas esas mejoras, todo aquello de lo que estoy orgullosa, casi nunca tiene que ver con los propósitos propuestos para ese año.

Mis mejores ideas, los mejores giros de rumbo que he dado en mi vida, se han producido al cocinar a fuego lento en mi mente las ideas de otros junto con las mías.

Dicho esto:

Los propósitos son para Losers, para perdedores y para infelices, porque es casi seguro que si aún no duelen demasiado, no los vas a cumplir. Y te vas a frustrar.

Sin embargo, hay algo para lo que sí sirven los propósitos que se repiten: Te indican que hay algo para ti que es importante (la salud, por ejemplo). Te indican que hay un valor en tu vida que te pide ser tenido en cuenta.

Pero ignorarlo aún no te sale lo suficientemente caro. Aún no duele suficiente como para que pares tu camino para quitarte esa piedra.

La buena noticia es que suele llegar un momento en el que, estos propósitos que tanto se repiten, cobran un sentido más grande que tú mismo: ese día, no tienes alternativa.

Se convierte en cuestión de vida o muerte para ti.

Es entonces cuando toca empujar, trabajar, para aprovechar la inercia.

Ojo, que si esto no lo haces bien, podrías necesitar muchísimo más esfuerzo:

1- Identidad
2- Motivación

La identidad no es: 

  • “Hago yoga”, si no soy yogui.
  • “Estoy dejando de fumar”, si no no fumo.
  • “Salgo a correr”, si no soy runner.
  • “Mi jefe me da toda la libertad”, si no soy libre (porque la libertad me la doy yo).

La motivación no es decirte con amor mientras te autoabrazas «venga, que yo puedo y luego seré una nueva persona». Es mantener un equilibrio entre dolor y satisfacción.

Muy bien. Entonces, ahora ya sabes a grosso modo…

 

…cómo va lo de los propósitos:

 

0. Identifica algo que te duela tanto que ya no puedas más.

(En tu salud, en tu trabajo, en tu vida personal, en tus relaciones).

Mete bien el dedo en la llaga y urga. Para que el dolor sea bien palpable e intenso.

Y entonces,

SOLO entonces:

1. Piensa tu objetivo. 

Pero no de cualquier manera.

Piensa un objetivo y formúlalo de tal forma que:

1- Sea lo suficientemente largoplacista como para que puedas perserguirlo sin agobiarte porque no llegas “mañana.”

2- Pueda dividirse en pasitos lo suficientemente pequeños como para que puedas medirlos y contarlos.

2. Lidia con la motivación

Conoce exactamente de qué tipo de motivación tienes que tirar cada vez:

1- MOTIVACIÓN INTERNA: La motivación interna tiene que ver con lo que realmente te mueve por dentro y te inspira. Tiene que ver con algo de lo que ya tienes cierto conocimiento y que sientes necesidad constante de ampliarlo.

Tiene que ver con una especie de «causa heróica» para hacer de tu pequeño mundo un lugar mejor.

2- MOTIVACIÓN EXTERNA: Este tipo de motivación suele estar muy relacionada con el dinero, el éxito o el reconocimiento. Y ojo, una buena dosis de esta motivación te mete unos chutes espectaculares de energía para seguir trabajando.

Otro tipo de motivación externa extremadamente útil (y negativa) es el dolor del que hablábamos. Te tiene que doler tanto la falta de resultados que no puedas parar el bucle de prueba y error. Hasta que salga la prueba.

 

*Suele ocurrir, durante diferentes periodos de cada Gran Proyecto Peliagudo Pero Alcanzable (GPPPA —si dices las letras en inglés mola más—), en los que tu trabajo da cero resultados. En los negocios se llama meseta del potencial latente, pero puede aplicarse a todo tipo de situaciones (educación de tus hijos, encontrar pareja, cambiar de trabajo, provocar un cambio en ti)… Casi puedes ver el resultado. Está ahí, podría caer del cielo en cualquier momento, pero no sabes cuánto tendrás que esperar. Ni cuantas nuevas pruebas y error más necesitas.

Algo que puedes ir haciendo y que algunas veces (no todas) te funcionará, es felicitarte por seguir insistiendo con cada nueva prueba. El 99% de las personas tiran su idea a la basura mucho antes. Y por eso la mayoría fracasan en todo lo que se proponen.

 

¿Cómo superar la Meseta del Potencial Latente?: Críticas, autoengaño y grandes tropiezos

Tanto las críticas ajenas como las propias se superan con una misma técnica que no tiene nada que ver con autoabrazarse. La técnica se llama ecuanimidad, y sus herramientas son la meditación y saber lo que te cuento en el Email 3 (lo verás abajo del todo).

Los grandes tropiezos, y las ganas de mandar todo al cuerno,se superan con el autoengaño.

Autoengañarse es fácil, yo lo hago con 2 preguntas y una afirmación:

1- Comparación (con alguien que lo ha conseguido): ¿Si él o ella puede, porqué yo no? Esto me lleva a revisar lo que sé que ha hecho esa persona y a mirar de más cerca para copiarle mejor.

2- ¿Víctima o responsable?: Me estoy entrenando para que cada vez que me pillo a mí misma autosaboteándome, quejándome o mandando todo al cuerno, me venga esta pregunta a la cabeza:

«¿QUIERO SER VÍCTIMA O RESPONSABLE?»

*(Aún así, a veces también está bien permitir a la rabieta llegar hasta el final, conscientemente, y cuando has terminado, hacer como que no ha pasado nada).

3- Esquivar errores como torres: YO ya sé que TODO en la vida va de prueba y error. Por tanto, los errores que yo cometo son parte de mi propio camino y todos los cometen. Cuando mi mente intenta recordarme todas las veces que he metido la pata antes, le mando callar y miro mi sistema, para ver qué toca hacer.

3. Define un sistema.

En cuanto tengas claros los puntos anteriores, ya puedes ponerte con tu sistema. (Es exáctamente lo que te voy a enseñar a hacer ahora)

4. Firma un contrato contigo

Cuando tengas el sistema, lee todo lo que has escrito hasta ahora y escribe una declaración como la que te enseño al final. Un pequeño texto que puedas leer al levantarte y al acostarte todos los días que puedas.

Y VISUALIZA un momento futuro de cuando hayas conseguido cada uno de estos pasos.

Cada día, antes de irte a dormir, recuerda todo lo que has avanzado en esa dirección. Lo verás muy claro con mis ejemplos.

Verás también que cada día, durante meses, mis avances son los mismos y no tienen resultados. Los resultados vienen con el tiempo, después de muchos errores. De mucha iteración.

Ahora que he aprendido a crear sistemas para avanzar hacia la vida que pensado para mí, esto es lo que hago cada año en estos ámbitos de mi vida:

*Abajo de cada foto, te explico brevemente el porqué de cada cosa. O el para qué si es lo que has oido a tus coachs de referencia (en la mayoría de casos, por flojito que lo pienses, verás que viene a ser lo mismo).

Por cierto, otra aclaración importante: 

No me gusta hablar de propósitos de vida, 

ni de misiones,

ni de pensiones.

Mi propósito, mi ergon, ikigai, o llámalo en el idioma exótico que más te guste, en la vida solo es uno: Jugar lo mejor que sé al juego de la vida. (Y disfrutarlo). 

La norma básica del juego es que no te puedes quedar quieto. Si te quedas quieto te mueres. Tienes que hacer cosas.

Es evidente que tener una dirección establecida que te pueda guiar «un poco» te da una clara ventaja competitiva (contra ti mismo). Pero esa dirección no debe «atarte demasiado». Una cosa es dirigirte a Hammerfest y tener que llegar ahí en 15 días, y otra muy distinta es dirigirte al Norte, sin fecha necesaria de llegada. Los viajes serán muy distintos.

 

Así que: Esto no tiene que ver con mi propósito de vida, ni mi misión. Es simplemente MI IDEA de vida para mí.

Lo más importante de todo es que sé cómo llegar a vivirla. Solo necesito el suficiente tiempo.

Bien, ahora sí:

Mi sistema para un no-propósito de vida

Yo he dividido mi vida en 3 pilares: 

SALUD

Cuando se habla de salud, se suele pensar en la física. Yo siempre hablo de las 2: física y mental. De hecho, principalmente hablo de la mental.

Si quieres saber por qué, mejor pregúntale a Stephen Hopkins. Él sabe más.

FAMILIA

Porque son mi motor y he montado mi vida de forma que sean ellos los que le dan el principal sentido a todo lo que hago.

Esto no quiere decir que sin ellos mi vida no tendría sentido, solo que tendría que buscar otro. Por supuesto: me costaría muchísimo y, como tú, es algo que prefiero no pensar.

DINERO

Lo sé, suena horrible, ojalá no tuviera que estar. Pero me he acostumbrado lo suficiente a la comodidad del siglo XXI como para saber que no podría vivir sin él. 

Al final, formulado de una manera muy negativa, seguimos siendo un poco esclavos: solo el dinero puede comprar la libertad de hacer y tener o dejar de hacer y de tener lo que te dé la gana. 

¿Por qué esos 3 pilares? 

La salud creo que es común a toda la humanidad.

La familia porque siempre lo he tenido así de claro (no quiere decir que tus pilares deban ser los mismos),

y el dinero porque compra el tiempo que necesito para dedicar a los 2 pilares anteriores el tiempo que me gustaría.

TIEMPO.

Tiempo es la verdadera clave de la ecuación.

Me he dado cuenta de que lo más preciado que tengo en la vida, mi verdadera moneda de cambio, no son mis conocimientos ni mis pensamientos. ES MI TIEMPO. 

 

Sin tiempo no podría cuidar de mi salud (física y mental), ni estar con mi familia.

Pero claro, sin dinero, no puedo conseguir tiempo. Rascar algo siempre se puede, pero para mí no es aceptable tener que “rascar tiempo” para los pilares más importantes de mi vida. No sé para ti.

 

Insisto: Esta visión NO TIENE POR QUÉ SER LA TUYA. 

Esto se trata de que pilles lo que he hecho yo, pienses a fondo en ti, y lo reescribas a tu manera. 

¿Y ahora cómo pienso conseguir ese nivel «óptimo de libertad»?

DINERO

Objetivo: Debe estar perfectamente definido y concretado.

*Just Cause: Es «la misión» de cada uno de los proyectos que inicio. El mundo ya está suficientemente lleno de mierda como para crear otras. Así que por cada proyecto que inicio, busco la manera de justificarlo pensando siempre de qué manera ayuda esto a crear un mundo mejor.

Priorizar: De todos los proyectos que tengo en mente, debo priorizar los que son más susceptibles de conducirme a mi objetivo.

(Si trabajas por cuenta ajena, puedes hacer esto igual pensando en cómo conseguirás que te aumenten el sueldo, o un nuevo puesto).

Sistema: Cuáles son mis estrategias, o qué tiene que pasar en aquello que voy a priorizar para que llegue a mi objetivo.

Gestionar contextos: Qué es aquello a lo que voy a tener que hacer frente para que no suponga un obstáculo, sino una facilidad.

SALUD (FÍSICA Y MENTAL)

*Verás que no pone nada de meditación ni de formación, no están porque no lo necesito. Aquí solo está aquello que tengo que hacer este año para llegar a donde quiero.

La formación y la meditación tienen un hueco perfectamente integrado en mi día a día. Forman parte de mi identidad. No podría vivir sin ellas.

Esto no quiere decir que no pueda mejorarse, pero este año mi salud física se ha vuelto una prioridad tan grande que no voy a gastar tiempo en algo que, por ahora, ya me va bien.

*Cuanto más detalle en los sistemas, mayor conocimiento de tu contexto y del esfuerzo que te llevará, y por tanto, mayor garantía de éxito (p.ej.: para poder levantarme a las 7:40 es imprescincible que me vaya a dormir a las 23:40). Los detalles que no se te puedes escapar, deben quedar plasmados.

FAMILIA

*En este pilar no hablo de sistemas ni de gestión de contextos porque el sistema es bloquear el tiempo y no hay otros contextos paralelos que gestionar.

*Juan está en negrita porque para mí es primordial la pareja. O sea: Tiene que ir antes él que los niños para que la familia funcione como la seda y respire amor. Lo marco porque es la única manera de recordármelo. Los niños acaparan muchísimo por su naturaleza y por necesidad; si no me lo recuerdo, es imposible que le priorice a él en determinados temas. Marca bien este tipo de detalles para verlos de un vistazo.

Puedes hacer estos mapas gratis en Miro.com

Te costará unos 10-15 minutos pillarle el truco a las funciones básicas y a partir de ahí puedes crearlo en un santiamén.

También puedes hacerlo en una libreta. Yo soy muy de libretas, papel y lápiz.

 

Ahora falta lo más importante: Mi declaración

Por supuesto, la cantidad de pastuki que pretendo ganar la especifico al céntimo, y no la calculo aleatoriamente: calculo el mínimo que necesito para vivir según mis gastos y lo ingresado el año anterior, y de ahí saco una cifra viable y suficiente. No demasiado cómoda, pero tampoco demasiado ambiciosa.

La declaración debes dejarla en un lugar que puedas leer cada día al empezar el día y al acabarlo.

Si hace falta te lo imprimes todo y lo pegas en tu armario, en el espejo del baño o en tu nevera (para más ideas, ver pelis de americanos).

No puedo garantizar resultados de esto último que te voy a comentar porque este será el primer año que lo pruebo:

Si de verdad consigues leer cada día tu declaración de intenciones antes de empezar la jornada y antes de acabarla, calculo que tienes un 99% de posibilidades de acertar en la mayoría de tus decisiones.

NO PIERDAS EL FOCO.

Los emails

EMAIL 1

Con la llegada de mi primera hija me pasaron 2 cosas (entre otras muchas), pero estas 2 son importantes:

1- La primera fue mi sensación de impotencia al darme cuenta de que nunca más podría ser egoísta. Sabía que todo lo mejor se lo daría a ella. Principalmente mi tiempo y mi sueño.

2- La segunda fue un pensamiento que cruzó mi mente como un rayo fulminante:

“No quiero que mi hija sea como yo”.

No quiero que sufra tanto por tonterías.

No quiero que se ate a cosas, ni a gente que no le aporta, no quiero… y una larga lista etcétera sin fin.

Pero los niños imitan a sus papás, y heredan sus genes.

Lucía seguiría mi ejemplo, me gustase o no.

No había opción: yo tendría que cambiar.

Cambiaría poquito a poquito, porque esperar a una revelación divina era demasiado arriesgado.

Y aquí empezaron mis propósitos de año nuevo (reales).

En 2018, fueron 3:

1- Reducir el consumo de plástico.
2- Hacer más deporte.
3- Dejar de ser tan negativa.

¿Algo en contra?

Pues sí.

TODO.

Hasta las frases estaban mal formuladas.

Fíjate: “Dejar de ser tan negativa”.

Ya asumía que sería igualmente negativa, pero menos.

Y claro. No hice nada.

Empecé los primeros meses y cuando acabé el año no solo no había cumplido ninguno sino que había añadido otro sentimiento negativo a mi persona:

FRUSTRACIÓN.

Y es que los objetivos como tales nos obligan a posponer la felicidad una y otra vez.

“Cuando consiga tal, me sentiré mejor”.

“Cuando sea no sé qué, seré feliz”.

Pues no.

La vida hace miles de años que nos dice que es un camino.

Cientos de culturas que nos explican que la felicidad no es tal.

Que la única felicidad que existe está aquí y ahora.

Bueno, pues llega 2019.

Identifico el problema: ME FALTA UN SISTEMA y unos objetivos mejor definidos. Una hoja de ruta.

Vale.

1- Tirar una única bolsa de plástico (y de papel) al mes: Total: 12 bolsas de plástico al año.

  • SISTEMA: Me olvido de Mercadona en la medida de lo posible. Compro en carnicería y en frutería de barrio y me llevo mis bolsas.

2- Estar sana: Levantar mi peso 2 veces seguidas; poder hacer 100 metros en 15 segundos; ser capaz de saltar un obstáculo de la altura de mi cadera; estar cómoda en sentadilla con toda la planta de mi pie apoyada.

  • SISTEMA: Hacer 15 minutos de ejercicio de fuerza en casa todos los días (además de los 20 minutos de yoga).

3- Dejar de ser tan negativa. (Sí, lo volví a formular mal).

  • SISTEMA: Buscar un pensamiento reciente que me produzca alegría cuando esté sumergida en mi pozo de negatividad (un café con una amiga, mis noches de fiesta de antaño, o alguna monería de mi hija).

Resultado: Ser humano imperfecto – 2; propósitos de Palo – 0

Sigo siendo una perdedora. Una Loser… y doblemente frustrada, además.

No sé si sabes que la fuerza de voluntad tiene un límite. Y yo me la acabé toda en menos de 3 semanas.

Bueno lo del plástico no me fue tan mal y como no estábamos mucho en casa, conseguí tirar solo unas 15 bolsas de plástico en todo el año.

Mi reflexión:

La costumbre de comprar en Mercadona y la falta de tiempo para ir a otros sitios (además del precio).
La costumbre de estar cansada y tumbarme a leer en el sofá;

y la costumbre de permitir a mi mente pasearse entre todos los pensamientos y recuerdos negativos que se le ocurren, son más fuertes que lo demás.

La fuerza del hábito es brutal.

Tener objetivos no sirve de nada si no tienes un sistema (al que además hay que hacer un hueco en la agenda, claro).

¿Y qué ha pasado en este terrible 2020?

Pues que he descubierto un nivel más profundo.

Algo más importante que tener claros tus objetivos y bien definidos tus sistemas.

Mientras llega el lunes que viene, te dejo que te repienses tu manera de formular objetivos y desarrollar sistemas.

Que pienses de cuáles de tus hábitos te quieres deshacer y cuáles quieres adoptar para trabajar el siguiente nivel.

Un abrazo.

Paloma, de la Hoya de Gualy

EMAIL 2

Hay dos tipos de personas: las que clasifican a la gente en 2 tipos de personas y las que no.

Pero esas hoy no nos interesan.

Hablaremos de otros 2 tipos de personas: las que hacen y las que no.

Hace un tiempo quedé con dos amigas que estaban dejando de fumar.

Las dos.

Y, ¡oh casualidad! apareció por allí otro amigo que se acercó a saludarnos.

También fumaba. Y no lo estaba dejando.

Él fumaba con orgullo.

Pero es un tío muy generoso y mientras nos preguntaba qué tal, sacó su tabaco y ofreció un cigarrillo a mis amigas.

Y aquí viene lo flipante:

La primera le respondió: No, gracias. Lo estoy dejando.

La segunda le dijo: No fumo, gracias.

WOW.

Menudo click en mi cabeza, casi me hace estallar los oídos.
Fíjate en la lección:

Tener objetivos está bien, tener un sistema es necesario, pero lo que de verdad te va a ayudar sin traicionarte es una sola cosa: tu identidad.

Si te identificas a ti mismo como alguien alegre, decidido, valiente y honrado tu cerebro se obligará a sí mismo a serlo. Porque cuando no es consecuente, se cortocircuita.

Mientras pienses que solo lo estás intentando, no lo serás.

Así de fácil. Así de rotundo.

No haces posturitas, eres yogui.

No corres, eres runner.

No estás dejando de fumar, ya no fumas.

Al final hablamos de niveles.

Está claro que no por decir que eres positivo, van a desaparecer tus miedos, fantasmas y malos recuerdos.

Pero si te lo dices un día tras otro.

Y otro y otro, independientemente de lo que tu mente haga antes y después.

Te lo prometo: tu conducta y tu identidad se acabarán sincronizando.

Ya no intentas actuar de una manera, simplemente lo harás por inercia.

No olvides esta frase que me dijo una amiga ginecóloga y neuróloga (y aunque no tenga el título, también psicóloga):

Recuerda que tu cerebro es como un niño. Se cree todo lo que le dices.

Si llevas años diciéndole “no puedes”, ya tendrá esa idea en la cabeza.

Y para el día que le quieras decir “puedes”, te responderá que tururú, que si hace años que le dices que no, cómo va a poder ahora.

Tendrás que convencerle con cariño y paciencia de que estabas equivocado: Sí que puedes. Y demostrarlo.

 

¡Ahora a por el nivel «Dios», el nivel de la identidad!

Un abrazo.

Paloma, de la Hoya de Gualy

EMAIL 3

Cuando era estudiante conocí a un chaval muy feliz.

Un día mientras buscaba sitio para aparcar en un lugar abarrotado, de repente, salió un coche de la plaza que ocupaba en mis narices.

Venían en mi coche él y otros 2 amigos.

Y tengo que decir que previamente habíamos discutido sobre si intentarlo siquiera en ese parking, porque todos opinaban que era i m p o s i b l e.

Los otros dos me dijeron: ¡Qué suerte! ¡No me lo puedo creer!

Pero este me dijo: “Eres una tía con mucha suerte.”

Eso me recordó que a lo largo del día me habían pasado varias cosas a las que podríamos llamar suerte.

Y pensé, pues igual sí que soy una tía con suerte.

Ese año, nuestros grupos de amigos coincidieron mucho en bares, por lo tanto veía muy a menudo a este chico tan majete, y siempre me saludaba llamándome “la tía con más suerte que conozco”.

Cada vez que me lo decía, por algún motivo me acordaba de que, en efecto, me habían pasado muchas cosas con suerte durante el día.

Ese año flipé con mi buena suerte.

¿Todo me salía bien?

Ni mucho menos, también suspendí exámenes que me había currado y tuve mis días y momentos malos. Pero no los recuerdo.

No me fijaba en ellos. Solo me fijaba y me convencía a mí misma, semana tras semana, de que era una tía con suerte.

Fue el año que más suerte tuve en todos mis años de vida. Al menos, que yo recuerde.

¿Ves el poder de las palabras? ¿Te das cuenta de lo que son capaces de hacer?

Pues ahora tienes deberes:

1- Utilizar ese poder de las palabras a tu favor. Tu cerebro es como un niño que se cree todo lo que le dices.

2- Leer este artículo (2) sobre cómo funciona DE VERDAD la buena suerte y cuáles son todos los factores que entran en juego.

Por si no te has dado cuenta este email encierra otra lección muy potente y obvia:

La buena suerte no solo funciona por decírtelo, la buena suerte hay que currársela.

Si yo no hubiera estado «perdiendo el tiempo» dando vueltas por ese parking como me decían los otros 2 amigos, no hubiera encontrado sitio.

AQUÍ (2) los demás factores que necesitas conocer.

Un abrazo.

Paloma, de la Hoya de Gualy

P.D.1: Luego llegan nuevas malas épocas y dejas de decirte que eres alguien con suerte y te toca volver a empezar. Así son las reglas del juego. Pero al menos ya conoces el cómo.

EMAIL 4

Si aún no has llegado a esta conclusión deberías mirártelo:

La fuerza de voluntad es limitada, y utilizarla para conseguir tus propósitos es como ponerte a construir una escalera para tocar las nubes. Absurdo.

Con la motivación pasa lo mismo.

A la primera de cambio estos 2 te dejan tirado en medio de un buen barrizal. A mí ya me han hecho la jugarreta varias veces.Son 2 virtudes impresentables y traidoras.

Y te voy a poner un ejemplo para que lo veas claro:

Tengo una amiga que siempre está muy preocupada por su peso….quién no.

Hace muchas dietas y se volvió vegetariana principalmente para adelgazar (no comments).

Pero le flipan el jamón y los dulces. Es que le pierden a otro nivel.
Y cocinar. También le encanta cocinar.

Esto fue en enero de 2020.

Al principio lo llevaba muy bien. Salía cada día a trabajar y se llevaba sus galletas para gente que hace dietas y solo comía ensaladas. Un tupper menos en la cola del microondas de la ofi.

Hasta aquí, nada en contra. Con sus más y sus menos, algo iba haciendo.

Hasta que llegó una pandemia mundial y tuvo que teletrabajar.

Desde entonces ha engordado 4 kilos más. Pero sigue a dieta.

No sé para ti, pero para mí el problema está claro. (No, no es la pandemia):

Su motivación de tener un cuerpazo, y su fuerza de voluntad no son suficientes para aguantar día tras día el enorme esfuerzo físico y mental de no comer lo que te pide el cuerpo.

Si no hubiera sido lo del teletrabajo por la pandemia, hubiera sido otra cosa.

Y aquí es donde viene el quid de la cuestión:

La fuerza de voluntad se alimenta de sacrificios. Pero el cerebro no está capacitado para sacrificarse hasta el infinito. Necesita pausas, premios y ayuda.

La ayuda es lo más importante y se resume en esta frase:

Cuando no hay opción la decisión es fácil.

Si comprara online solo lo que pone en su lista de lechugas, sin jamones, quesos y bizcochos que le hacen ojitos desde las estanterías del súper, otro gallo cantaría.

¿No tienes carne? No comes carne.

¿No hay bizcocho? No puedes comer bizcocho.

Lo segundo más importante son las pausas y los premios.

Mira.

Desde que descubrí el yoga, duermo mejor y me voy a dormir más satisfecha.

Aún no me veo con fuerzas de retomar lo de madrugar, así que he tenido que bloquear mi tiempo después de acostar a los pequeñajos, y de trabajar las horas que me he propuesto al día.

Normalmente, entre las 11 y las 12 de la noche.

Y hago yoga aunque solo desee que se me trague el colchón.

Si me hubiera propuesto madrugar para hacer yoga, mi fuerza de voluntad se hubiera acabado con el segundo músculo que mi cerebro hubiera conseguido mover.

Es importante no entremezclar propósitos. (Otro tip). O sea, que un propósito no dependa de otro.

Bueno.

Mi obligación es hacer 5 días a la semana yoga. 1 de premio y 1 de descanso (pausa).

Como me gusta tener las mínimas obligaciones posibles los findes, me esfuerzo mucho por garantizar que lo hago de lunes a viernes. Porque si no, sé que tengo que recuperar las sesiones que me salte el finde.

El día que fallo, sé que he pringado para el finde. La semana que lo hago bien, ¡premio! ¡finde libre!

No tiro de motivación, ni de fuerza de voluntad: Tiro de lo que hemos estado llamando ayuda, pero que no es otra cosa que preparación.

En mi caso, para cumplir con mi nuevo hábito mientras consigo el nivel de «identidad yogui» (Lo hablamos hace un par de lunes), la preparación es bloquear mi tiempo. Entre las 11 y las 12 de la noche no puedo hacer otra cosa que YOGA.

La preparación (ayuda) en el caso de mi amiga sería no ir a Mercadona. El premio, comerse unos croissants para desayunar el sábado o una tostadita con jamón, y la pausa, comer lo que le dé la gana el domingo.

Premio y pausa son muy parecidos y los puedes usar a tu antojo.

Bien, como ya sabes:

El verdadero cambio no es fijarse objetivos; definir sistemas está muy bien, pero el secreto de los que consiguen hacer cosas, está en buscar el cambio de identidad.

Lo que te he contado hoy, son los ingredientes para conseguir un buen sistema que te lleve a tu nueva identidad.

En mi caso, ser yogui.
En el de mi amiga, ser un pibón.

Un abrazo.

Paloma, de la Hoya de Gualy

*No hagas caso a lo de compartir en redes, no funcionará por la contraseña. Lo que pasa es que no sé quitarlo.